A pesar de una leve mejora en los niveles globales de hambre, algunas regiones del mundo, especialmente África y Asia occidental, siguen enfrentando un aumento preocupante de la inseguridad alimentaria. El informe más reciente de la ONU, titulado El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2025 (SOFI 2025), destaca que, aunque los avances son visibles en algunas áreas, el hambre sigue siendo una amenaza crítica para millones de personas, lo que pone en riesgo los esfuerzos globales para erradicar la malnutrición. En este contexto, América Latina ha emergido como una región con avances significativos, gracias a las políticas públicas y a la inversión en sistemas alimentarios locales.
De acuerdo con el informe, en 2024 alrededor del 8,2% de la población global —unos 673 millones de individuos— experimentaron hambre, lo que supone una leve mejoría en comparación con el 8,5% del año anterior. No obstante, esta cantidad sigue superando los niveles anteriores a la pandemia de COVID-19, lo que sugiere que las iniciativas para erradicar la malnutrición mundial no han sido suficientes.
Durante la inauguración de la Segunda Cumbre de Sistemas Alimentarios (UNFSS+4) en Addis Abeba, el secretario general de la ONU, António Guterres, destacó la necesidad de erradicar el hambre como un arma de guerra, subrayando la urgencia de abordar este problema de manera global y efectiva.
América Latina, un ejemplo de progreso
En las zonas que han mostrado progreso, América Latina y el Caribe resaltan positivamente. De acuerdo con el reporte, el índice de personas con desnutrición en esta área bajó al 5,1% en 2024, representando a 34 millones de individuos, comparado con el 6,1% anotado en 2020. Este avance se ha logrado gracias a la adopción de políticas públicas más eficaces y al fomento de sistemas alimentarios locales que impulsan la producción y distribución de alimentos saludables y sostenibles. La inversión en el desarrollo rural y el establecimiento de redes de protección social han sido fundamentales para disminuir la inseguridad alimentaria en varios países del área.
Además, el sur de Asia ha obtenido logros significativos, disminuyendo el índice de subalimentación del 7,9% en 2022 al 6,7% en 2024, impactando a 323 millones de individuos. Estos progresos indican que, a pesar de los retos a nivel mundial, las políticas internas y la colaboración entre regiones pueden producir un efecto positivo en la batalla contra el hambre.
El grave panorama de África y Asia occidental
Sin embargo, la situación es mucho más sombría en otras partes del mundo. África sigue siendo la región más afectada por el hambre, con más del 20% de su población —aproximadamente 307 millones de personas— en situación de inseguridad alimentaria. En Asia occidental, el 12,7% de la población, lo que equivale a más de 39 millones de personas, enfrenta los mismos problemas.
El informe destaca que los efectos combinados de los conflictos armados prolongados, el cambio climático y la inflación alimentaria están empeorando la situación en estas regiones. En África, los conflictos armados han desplazado a millones de personas, mientras que la sequía y los fenómenos climáticos extremos agravan la escasez de alimentos. Según las previsiones de la ONU, si no se toman medidas urgentes, en 2030 podría haber hasta 512 millones de personas crónicamente subalimentadas, de las cuales el 60% estaría en África.
La inflación alimentaria y sus efectos devastadores
La inflación alimentaria, exacerbada por la pandemia, la guerra en Ucrania y los eventos climáticos extremos, ha sido un factor clave en el aumento de la inseguridad alimentaria. En los países de renta baja, los precios de los alimentos aumentaron un 30% entre 2021 y 2023, lo que ha afectado principalmente a los hogares más vulnerables. En 2024, 2.600 millones de personas no pudieron permitirse una dieta saludable, una cifra que aunque ligeramente inferior a los 2.760 millones de 2019, sigue siendo alarmante. En los países más pobres, el número de personas que no pueden acceder a una dieta adecuada aumentó de 464 millones en 2019 a 545 millones en 2024.
El incremento en la inseguridad en materia de alimentos ha afectado de manera especial a las comunidades más vulnerables, dado que la inflación en los productos alimenticios ha disminuido el poder de compra de las familias, complicando aún más su acceso a alimentos saludables.
Desafíos constantes y necesidad de un compromiso mundial
A pesar de los avances en algunas regiones, el informe de la ONU subraya que el progreso es desigual. La comunidad internacional debe intensificar los esfuerzos para garantizar el acceso universal a alimentos seguros y nutritivos. Qu Dongyu, director general de la FAO, destacó la importancia de asegurar que los esfuerzos globales no se detengan, y pidió a los gobiernos que refuercen sus compromisos con la seguridad alimentaria. Cindy McCain, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, también advirtió sobre las graves consecuencias de los recortes presupuestarios en la ayuda alimentaria, advirtiendo que sin financiación suficiente, millones de personas perderán el acceso a la asistencia que tanto necesitan.
El reporte culmina con una exhortación inmediata a actuar a nivel mundial, solicitando un nuevo compromiso para asegurar que todas las personas, sin importar su región o condición económica, puedan acceder a alimentos suficientes y nutritivos. Para eliminar el hambre global, es necesaria una colaboración internacional más robusta, políticas públicas eficientes y una inversión constante en sistemas alimentarios sostenibles.
